Los pilotos de los resultados desarrollados en el IO2 del proyecto RoboGirls en España se han llevado a cabo en cinco sesiones diferentes, en tres colegios.
En total, han participado nueve clases, con una media de 30 alumnos/as por clase, y un total de siete profesores de diferentes materias. El alumnado tenía entre 10 y 18 años. Se llevaron a cabo talleres diferentes: Scratch: comandos básicos y hacer música con Makey-Makey, Tinkercad y Ozobot.
La metodología ha sido presencial, los talleres se han impartido de forma presencial en las instituciones mencionadas. En cada aula había una media de 30 alumnos/as.
Se llevaron a cabo tres talleres o lecciones de aprendizaje diferentes: Comandos de Scratch y Makey-Makey, Tinkercad y Ozobot. Para poder llevar a cabo todas las lecciones, las cinco sesiones se dividieron en dos bloques.
El primer bloque consistió en aprender los diferentes comandos de Scratch. Para ello, se realizó un juego de deducción con el que el alumnado debía posicionar los diferentes comandos en su respectiva categoría. Posteriormente, se presentó la placa Makey-Makey con la que empezarían a poner en práctica algunos de los comandos aprendidos. Con esta placa, los alumnos y alumnas jugaron a ser productores y productoras de música, programando sonidos en Scratch y vinculándolos posteriormente a diferentes piezas de fruta. De forma que, cuando el alumnado tocara una pieza de fruta sonara el sonido vinculado a la misma, creando una consecución de sonidos que tuvieran sentido y sirvieran como la base de una canción.
Durante el segundo bloque el alumnado se dividió en grupos para crear una figura en 3D con Tinkercad. Mientras el grupo grande estaba con ese cometido, grupo por grupo pasaban por el taller de Ozobot, programando con colores diferentes carreteras para que el robot completara un circuito. En una de las clases, con el alumnado más mayor, se realizó una carrera de Ozobots. Para hacerlo más interesante, cada grupo tenía que crear una carretera para el grupo de al lado. El objetivo de la actividad era que cada grupo creara el circuito más complejo y más lento, ya que ganaba el equipo que consiguiera llegar primero a la meta.
Los comentarios recibidos, tanto por parte del profesorado como del alumnado, han sido muy positivos. Aun sin tener todas las respuestas a los cuestionarios de evaluación, ya que algunos de ellos y ellas eran alumnos muy jóvenes, podemos afirmar que los talleres les han ayudado a ver la robótica como algo más atractivo y cercano a sus competencias.
También podemos confirmar que el impacto en los niños, pero sobre todo en las niñas, ha sido muy positivo. Han comprendido que la robótica también es para ellas y que son capaces de realizar las mismas actividades, fáciles o difíciles, que sus compañeros de clase.